domingo, 24 de marzo de 2013

- Te voy a contar una anécdota, ¿si? Yo una vez me enamoré profundamente de los peces tropicales. Tenía 60 malditas peceras en mi casa. Buceaba para hallar los correctos. Anisotremus virginicus, Holacanthus ciliaris, Chaetodon capistratus, el que tú digas. Hasta que un día dije: "Al carajo los peces, renuncio a los peces". Juré nunca volver a poner un pie en el océano. Tan al carajo los mandé. Eso fue hace 17 años. Desde entonces no he puesto ni un dedo en el mar. Y yo amo el mar.

- Pero... ¿por qué?

- Terminé con los peces.

- Si realmente amabas algo, ¿no te debería quedar un pequeño rastro? Obviamente las terminaciones de Laroche eran absolutas. 

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